1
A la sombra del árbol estoy,
una barca se aleja.
Llora mi corazón,
¡también él querría marchar…!
Las mariposas vuelan de primavera
en primavera.
Pasan las nubes.
2
Solitaria,
la campana
me indica el camino.
Su metálico canto
abre y cierra el día.
Risa matinal, llanto de ocaso.
Ruiseñor de las torres,
su tañido renueva
el verdor de los sauces.
3
Lleno de barro,
se aleja el caminante
ahuyentando a los cuervos.
Busca la esposa compañía
en el dulce murmullo del chubasco,
mira la luna. Para ella,
el invierno es un relámpago
lleno de santidad y de sombras.
4
Nadie recorre ya este camino
demasiado abrupto…
¡Banalidad humana!
5
En el estanque
se refleja el estío.
Quietud en las ramas.
La rana duerme
sobre la húmeda roca.
Ni un ruido en la tarde.
6
Callan las flores,
habla el crepúsculo,
refunfuña el viento.
El mundo
parece haber caído
en las garras de un negro milano.
¿Cuál será su destino?
¡Habremos de buscar un nuevo nido
entre los riscos de las altas montañas!
7
La noche, tendida sobre el mar,
se ha olvidado del mundo.
El sonido del viento
trae reflejos de jade.
¡En la oscuridad todo desaparece…!
Pero la vida sigue, ahí,
tras las altas montañas.
Tan suave, la luna parece
una flor de primavera.
8
Cansado del viaje,
busco la acogedora barriga
de un hogar donde alojarme.
Amanecer de sol,
tarde de lluvia…
¡Así es la primavera!
Brama un ciervo. Luego,
la infinita estela del silencio.