1
¡Durmiendo,
en el camastro de mi choza, yo
y las pulgas!
2
Por entre las camelias
corretean los lagartos;
con las faldas del monte
juegan las sombras.
Nada escapa a los ojos
del templo
que, allá, en la abrupta cima,
domina todo el valle.
3
Se come el caracol
la fresca hierba.
Sus ojos
no miran al público;
tampoco ve al sapo
que se esconde en la sombra.
De su cara de col
escapa una sonrisa;
para él,
¡todo son tinieblas!
4
Altiva, la montaña;
mágico, el bosque;
un hada, la libélula.
¿Y el mundo…?
¡Ah, esa gran bola de estiércol
rodando entre las patas
de un sagrado escarabajo!
5
Quien fue árbol
en una vida anterior,
escribe sus poemas
sobre las hojas.
6
Por entre la arboleda
corren los jabatos.
Los pajarillos trinan,
gorjea el ruiseñor; de pronto,
el ¡pum! de los disparos.
7
¡No lloréis, claras aguas!
Cuando caiga la noche,
en vuestras entrañas
dormirán los peces
y las estrellas,
agónicas princesas,
envidiarán vuestra serenidad.
8
Lejanos aullidos;
sobre el monte, furiosa, la ventisca.
El mundo se retuerce
en la garganta del lobo.