1
Negros murciélagos,
en su locura,
sobre la blanca luna
quieren posarse.
Describen círculos mágicos
girando en torno a sus cuernos.
2
¡Llegó la carta…!
Rozó el afilado borde
con sus dedos;
la abrió,
leyola lentamente
y, luego, suspirando,
miró hacia la montaña…
¡En la cima brillaban
las primeras nieves!
3
Por la vieja aldehuela
pasa el caballo;
cansado, se detiene.
Moja su hocico
en la rápida corriente,
mordisquea algunas yerbas
y, espantando las moscas con su cola,
con reanimado trote, calle abajo se aleja.
4
Con esfuerzo,
en silencio,
crecen las viejas raíces.
Pasa rápido el río,
bravucón mozalbete, dejándose ir
con gran estrépito.
5
¡Lejos quedó la juventud…!
Bajo el árbol de la vida,
más y más sombras.
6
Canta el agua
cruzando el arrabal;
también las nubes viajan.
En silencio,
la brisa empuja sus sombras.
7
Al borde del camino
se alza, ¡con qué gracia!,
la pequeña colina.
Descubre el peregrino,
tras los montes,
lo más íntimo de la primavera.
Junto al río,
una tumba
resiste al viento.
8
Es el verso una luz
que horada las tinieblas.
De la tierra toma
su fuerza. Callado,
como suave viento,
a todas partes llega.