
Persistente osadía, sombría, húmeda,
inevitables fracasos nutrieron mis jornadas,
un desmayado sentir pulió mis peldaños
con su andrajosa llovizna.
No me quejo de mi error,
no me arrepiento de mis escaladas,
no me escudo tras ninguna proeza,
ni echo en falta mis raíces.
¿Qué triunfo?,
¿qué yerro…?
Rebeldía y libertad
fueron los hombros
de mi desnudo intelecto.
Mostré empatía con el desacierto,
con la piedad y, humildemente, me entregué
a la voluntad de vivir.
Los desengaños, el acierto o el error…
¡son una farsa del pasado!
👍👍
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