Ridículas preguntas pueblan mi espíritu,
incomprensibles respuestas vagan por el cosmos
y se alejan por extraños firmamentos.
Calladas inquietudes habitan mi alma
que ocupan el lugar, ¡entendedme!,
de un preciado tesoro.
Eruditas verdades,
ancestrales destrezas provenientes
de solitarios lares,
en infinitos prados
pastan sus ciegos desengaños
tejidos con obsesiva
y banal inconsistencia.
Millones de mentiras lucen sus encajes
compitiendo, con vil engreimiento,
por distinguirse de esa obsesiva letanía,
sentida, presentida, que,
entre explosiones de lógica,
teñir se deja por los filtros
de una cruel fantasía.
¿Cuál será el faro
que me muestre el camino
hacia el infinito, hacia la esencia
perpetua de las cosas?
Sesudas abstracciones me conturban…
¿O es tan solo la ruta marcada por los hitos
de un caprichoso destino?
EL POETA SONÁMBULO 