
No creo en obras piramidales,
sino en revoluciones contra la dedocracia
del sanguinario depredador
con vocación de troglodita
y del cavernario explotador.
¡Hoy es el día de los cobardes,
el día en que reina la anarquía!
Creo en las pautas democráticas
y me niego a aceptar
que sólo canten los gallos.
La jerarquía del poeta
es hacer lo que le viene en gana.
Mas los prebostes de los oscuros ministerios
imponen la jerarquía por la jerarquía
y construyen soberbias pirámides a su libre albedrío.
¿Quién tiene aún ganas de convertirse en ministro
para esconderse en tan infranqueable reducto?
La inoportunidad de un mal acuerdo,
unida a la falta de conocimientos,
enferma al hombre y le hace parecer
un hijo de mala madre… ¡Queda dicho!
Que el pueblo examine a los ministros públicos
es muy conveniente para que no se enquisten
en sus sillones. Las instituciones
no deben estar regidas por reaccionarios,
sino basadas en una meritocracia sana
ajena al cloqueo de pusilánimes aves.
Respeto la honesta jerarquía,
nunca pasada de revoluciones.
El Consejo de Ministros
debe apoyar los valores solidarios,
difundir los mejores libros
y superar la dura prueba
de afrontar los más altos logros,
porque en ellos quedará para siempre
la huella de una gran sociedad.
Quien, ostentando el poder,
elige la explotación,
no pasará el examen de velar
por la salud de los hombres.
La honestidad en la gestión,
orientada por los más sabios doctores,
será el lazo que una a mujeres y a hombres.