
Se mueven mis horas hacia el sol,
huelo el aroma de los nuevos frutos.
Fina lluvia, derramando sus nimbos,
hace que mis ramas vibren, que
duerma la tierra, que
despunte mi mirada.
Despierta la nueva cosecha
bajo una resplandeciente luz,
el día se nos abre,
amor bosteza sus mimos
despertando la sed de los hombres.
Brillan los ojos de una legendaria princesa
con aromas de verdor,
con los susurros de un viejo romance.
Antes de esos brillos todo estaba a oscuras;
antes del intento, el mundo era opaco.
Ese frío del pasado,
ese calor del futuro
ilumina la mirada del ahora
despejando los nuevos caminos.
Mi presente se confunde con aquel alba
en el que los dolores del parto
hicieron germinar la cosecha.
Ríe la noche estirando sus brazos,
el día grita su clamor.
Muy buenos versos, Luis.
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Muchas gracias. Feliz semana.
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Me encantó!
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Gracias.
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