
Lóbregas tumbas dan cauce a mi destino,
la canción de la tribu grita su inanidad.
Henchidas de tristeza, con absorta mirada,
las palabras escucho de un bardo entre la plebe.
La curva de mi espada no conquista la calma,
el conjuro del siglo me lleva al cataclismo.
La mixtura se anuncia de malignos licores,
un oscuro granito ensordece los mares.
Esos gritos hostiles no pulen mis aristas,
sino esculpen en tierra sus profundos abismos.
¡No hay nubes que resistan; torpe, mi vuelo cede!
¡Sobresaltos, blasfemias, corrompen mis anhelos!
¡Ciegas hidras se aferran a un incierto futuro!
Las voces de los ángeles perdieron su relieve.
“La curva de mi espada no conquista la calma”
Muy buenos versos!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias.
Me gustaLe gusta a 1 persona