ÉPICA LEVEDAD


Épica levedad
derrama su nostalgia
sobre mis hombros,
intangibles círculos bordean
mi apolillado paso.
 
Errática autoría,
consumiendo mis huesos,
pergeña rutinarias imágenes
que deambulan, con estrábica inercia,
por los cauces naturales de mi ciega estulticia.
 
Sin reparos, muestro al mundo
mi desvergonzada calvicie;
frío tengo, poseído por un súbito espanto.
Antiguas tradiciones, carentes de entusiasmo,
yacen bajo los cueros de un tangencial abismo.
 
Camino erguido,
algo inclinados mis hombros,
disimulando la torpeza de mi brazo,
escondiendo la bisoñez de mis garras.
 
De la urbe me espantan las facciones,
en la tierra se hundieron mis raíces.
Prisionero de un grito,
¡cómo aborrezco el tacto
de mi fina epidermis…!
 
Querría escapar de la arrítmica
y decadente molicie.
Desconocidas fuerzas me empujan
hacia un implacable destino que, antes o después,
habrá de derrumbarme.
Sórdido eje traspasa las cenitales salidas
para luego adquirir impulso y
arrojarme a traicioneros brazos.
 
Pertenezco a otra especie,
a una especie que se pierde en las calles,
a una especia sonámbula que sufre
incontenibles contorsiones y olvidó,
en los volcanes de la luna,
la entraña de su andrajosa evolución.
 
Las solitarias grietas
de mis contritas manos
hierven al paso de los siglos.
Instintivamente, me contraigo,
me sumo en un oscuro fondo.
Duermo al raso, contemplando
las huellas que en el bosque
fueron dejando mis sueños.

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