
¡Oscuridad sonora,
esa llave del absurdo
que alimenta el caos!
Tras la puerta se escucha
el son de extrañas voces,
el sinsentido se adueña de mi mente
y yo, navegando en el llanto,
olvido mis propósitos.
No todos los dolores son iguales,
algunos dejan desesperanza en los ojos,
nos ausentan de nuestra propia vida,
como si hubiésemos perdido a la única gente
que nos pudiera ofrecer alegría.
¡Insensatez del tiempo!
Lenta, la muerte por el mundo
nos arrastra hacia un vano delirio;
nada consuela la vida humana,
esa vida que se arrastra
entre la estupidez y la poesía.
En unas letras sin raza, plenas de noche,
tan sólo leo que esa estridente música
no da freno a mi inquieta agonía,
y que las amarillas luces
nunca me bastarán para alejarme
de lo que más aborrezco:
¡este castigo cruel de mi melancolía,
este obsesivo malestar del que intento huir,
estos días sin presencia y de semblante ciego!
Extiendo bien tus palabras, muy bien expresadas, esa necesidad de huir de la melancolía, qué auque se siente en el alma, se hace físico el dolor.
Genial expresado!!
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Muchas gracias por tu amable comentario. Feliz noche.
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Perdón mi corrector falló, quise decir, entiendo, aunque seguro que me entendiste.
Un abrazo.
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Sí, por supuesto, te entendí perfectamente.
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