
Lo oscuro muerde,
la noche sangra
ante la visión infame
de un oxidado vientre
colgando del abismo.
La sangre, penetrada
por el sabor del rayo,
quedó purificada.
Nadie compartió el duelo
de mi horrible venganza,
ni la herida que me dejó la injuria,
ni el halo que rodea mi desconsuelo.
Algunos sí, quizás,
se conviertan en mis verdugos
y besen la espalda del mundo…,
pero pocos alcanzarán el vientre
de la verdad.
Y aún así ríen,
exponiendo sus místicos labios
al vulgar maquillaje
de una grotesca carcajada.
Buenos versos
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Gracias Pippo. Un abrazo.
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