1
Iba a decir alguna cosa,
¡cuando la idea se me fue…!
¿Qué sería?, le pregunto
a la oscuridad de mi alcoba.
2
En la puesta de sol,
como perdidas,
navegan las nubes
de otoño.
3
Chispean las palabras,
amorosas luciérnagas,
en el bosque de mi corazón;
buscando su sentido aletean,
hasta encontrar pareja.
4
Pleno, se abre
el sol del mediodía;
lo demás, todo, cerrado.
¡Suspira el viejo
callejón sombrío!
5
Ya anochecido, el cielo
estaba en flor.
Una blanca mariposa
se acercó hasta mí,
y me dijo:
«¡Agárrate a mis alas…!»
Pero sus alas, de pronto,
palidecieron
y se volvieron sombras.
La luna incendiaba
el firmamento,
las estrellas se encendían
y se apagaban.
Caprichosamente,
me senté junto a un seto
y me puse a jugar
con las hojas.
6
Por mi cielo, al crepúsculo,
asoman veladas nubes;
tienen la forma de mis sueños.
A la luz de mi alma,
toman un tinte rosado;
¡es tan dulce en sus labios
mi amargura…!
¡Nubes de atardecer,
os siente suyas,
el corazón
de un hombre solitario!
7
“¡Eres mía!” -le digo
a la brisa de la tarde.
Y el viento aleja mi voz
entre la espesura.
8
¡Hay, en el fondo de mis ojos,
un mar de agua estancada
que se renueva cuando la luna
dirige hacia las turbias aguas
su nocturna mirada!