LLEVAS LA LIBERTAD


Llevas la libertad
entre tus labios.
Salobres músicas
escapan de tus mares
que saben a fresca marea,
a torre mítica,
a océanos de palabras que se mecen
en exquisito vaivén.
Y es que a veces,
pareces ahogada
en tu propio abismo,
secuestrada en tu luna azul,
habitada por intrépidos amantes
y fantasmales barcos de raídas velas.
Tu corazón nunca descansa.
Tus manos, con reflejos de coral,
el tacto tienen de atrevidas sirenas
que anhelaran construir su brumoso hogar
entre los pliegues de mi alma.

IMPÍA DESVERGÜENZA


Impía desvergüenza roza mis manos.
Acariciándome, sin disimulos,
atraviesa mi entornada puerta
y me mira con cara de estúpida.
Con espíritu vano
y mirada equívoca,
me muestra un rostro amable
tras el que esconde su diabólico enfado.
¡Ay, esa terca suciedad que todo lo mancha,
con su aire de verbena,
con su torpe intelecto
que tan sólo me incita a bostezar!
Mis ojos, ingenuos,
se dejan sorprender
por la inicua soberbia de un mundo
en el que reinan la vanidad y el orgullo.
De mi espíritu se adueña una desconsolada sonrisa
cuando veo pasear, cogidos de la mano,
a tan ridícula pareja.

NAVÍO


Un navío es el mañana
avivado por el fuego
de inesperadas emociones.
En su casco resuenan los ecos
de la más oscura noche.
Tiene un suave balanceo,
de pan y leche,
de cama y bicicleta estática,
de preguntas de niños que
no entienden de odios,
de estrellas cuyas llamas no bastan
para acallar las lenguas del infierno.
Pausadamente, me alejo de esta frontera,
ya casi oculta por el polvo,
donde nadie logró poner
fin a esa violencia que vuela,
como un afilado cuchillo,
sobre la hambruna que nos mira
desde lo hondo de un negro precipicio.

EXQUISITAS PALABRAS


Exquisitas palabras,
palabras que brotaban
de una ardiente poesía,
sustentaban el inmenso poder
de aquellos versos que nacían
de una mirada perdida en brillantes metáforas,
de un refinado gusto
estimulado por un sublime arte.
Borrachas de eróticos impulsos,
no reparaban en el tiempo,
aquel tiempo en que sensuales exorcismos
impregnaron mi alma de palpitante lujuria.

TUS RISAS

Óleo: Daniel Gerhartz.

Tus risas apagan mi voz,
de la alcoba me llegan ancestrales fantasmas,
nostálgicas remembranzas iluminan tu rostro.
Me sabes a corazón,
me apetece el sabor de tus labios.
Hacia ti, intangibles, pausados,
descienden mis interminables días.
Ya no puedo oler más que tu puerta
golpeada por un corazón
del que cuelga aquel viejo silencio.
Mi reloj arrojé al vacío,
sus manecillas apenas se movían,
¡era tanta la soledad que horadaba mi alma!
Tus ojos son la roca
en que mis versos mueren.

SIGUIENDO SUS PASOS


Cauteloso, rodeo el empinado sendero
que me lleva hasta la boca del infierno.
A veces, mis planetas le hacen una mueca
orbitando el universo de su clara sonrisa.
Camino, con los ojos abiertos,
sobre una pendiente que no olvida
el ritmo de unos sagrados astros ni ignora
el divino danzar de aquella incisiva lengua.
Cuando imagino sus ojos…
¡se me escapan!
Cubierto con broncínea armadura,
sorteando afiladas rocas,
un amoroso cantar enciende mi fuego,
y yo, cubierto de ceniza,
acompañado por alados demonios,
en vano intento seguir sus atrevidos pasos.

LA ESTRELLA


Eres la estrella
de mis delirios colmados.
Un torrentoso río recorre mi vida
de la cabeza a los pies, refrescando,
con zigzagueante trajinar,
los pliegues de mi garganta.
Súbitos, mis ensueños despiertan
antes de haber amanecido,
todo el fuego del cosmos
abrasa mis agitadas noches.
Ante mi rostro,
entes extraños se deslizan,
cual fugitivas sombras,
nublando el cielo de la mañana.
Insomnes, mis ojos encandila
tu refulgente eternidad.