EN EL CAOS PRIMIGENIO


En el caos primigenio,
el desgraciado hallazgo
de absurdas vanidades.

¡Es tan agradable
sentirse bien con uno mismo!
El placer sin soberbia,
la alegría sin orgullo…

Aquel señor, en cambio,
se siente satisfecho
por la nueva victoria.
¿Sabe que todo
se lo debe a sus amigos?

El amor entre hijos
y padres, la pasión
de los viejos amantes,
¿qué garantía nos ofrece?

En la humildad confío,
y en el afán de justicia.

PAISAJE


Sin duda, este paisaje
ha sido el gran descubrimiento
de mi vida.
 
¡Esos colores tan característicos,
una obra que el azar ha gestado
y en la que caprichosas espirales
elaboran amorosas danzas!
 
Mi espíritu transmigra
perdido en el axioma
de una mística devoción.
 
Bajo el anaranjado horizonte…
¡todo se halla  tan bien dispuesto!
Los caprichosos troncos
hallan en el desorden
su misma perfección.
La divina ilusión
de un laberinto geométrico
es a la vez fin y comienzo.
 
Esa blanca silueta
que se enfrenta al boscaje
es la firme mirada
del amor… Y es cierto,
los ojos de una musa
son dos rayos de luz
que le dan vida al mundo
para nutrir nuestras ilusiones.

LO TRÁGICO DE UN ROSTRO

Lo trágico de un rostro

atado con mil nudos

de vanas atenciones,

los giros de una rueda

que apunta hacia unas cumbres

de inertes soledades.

Un carrusel de vida,

subliminal, etéreo,

se dibuja en la piedra

de la oscura caverna

donde posé mis labios.

Siniestra acupuntura,

desalmadas mentiras

horadan mis pulmones.

La inquietud no descansa

y su senda atraviesa

la entraña de mis días.

Mendigando al espíritu,

con limosnas de nada,

perfumando la noche,

mi cansancio suspira,

y el tiempo, ya desnudo,

se adormece en los surcos

que hilaron mi destino.

MEDITANDO

En solitarias horas,

me pregunto sobre la absurda

y estrecha levedad

de nuestros sentidos.

¡Cuán felices seríamos

si pudiéramos disfrutar

de esa magia llamada

hipersensibilidad!

Yo mismo, cuando reflexiono,

querría escapar de esas rígidas

reglas de la lógica,

me adentro en los detalles de mi existencia

y regreso a aquella lóbrega estancia

en que mi ego se halla tan a gusto.

Percibo la sutileza cósmica

e imagino otro mundo

que quizás no exista…

Y me pregunto,

¿acaso existo yo?

SIN NOTICIAS

¡Sufro tanto

con mis pensamientos…!

Soy incapaz de olvidarme

de aquel niño que fui

y me entristecen mis ojeras.

Me escondo en mis vicios,

distintos de comerme las uñas

o buscar el éxito en las fiestas…

Durante la semana,

comparto el mismo techo que mi familia.

De vez en cuando,

hablo con mi hermana.

Mis cenizas

volarán por el paisaje.

Apenas breves recuerdos

de mis queridos abuelos.

UN PUÑADO DE EXTRAÑOS

Un puñado de extraños

obstruye mi camino.

Como un viejo camaleón,

me acomodo a los vientos.

Apenas hablo con la gente.

Afiladas hileras de dientes

se interponen ante mi corazón que, exangüe,

busca un mundo menos estéril.

No tengo urbanidad.

Dedico mi descanso

a intentar comprenderme,

desconfío del aspecto

de las últimas modas.

Dando abrigo a mis pies, mágicas zapatillas

esperan que mis pasos no se quiebren.

El recuerdo de unos negros cabellos,

de unos azules cielos,

impregna de nostalgia

los poros de mi alma.

¡Y me siento tan huérfano…! 

Derrotado ante la sociedad,

no me rindo. Viendo pasar los días,

aspiro la fragancia

de un perfumado pañuelo…

En la más absoluta soledad,

siento cómo mi vida

concluye su carrera.

SOPA DE LETRAS

¿Alcanzará nuestro conocimiento

el corazón del mundo?

Entre tinieblas se esconde

la verdadera riqueza.

*** 

Ese abismo,

que se escribe con letras gigantes

y no respeta el fuero del camino,

forma un vacío tan grande, exige

una digestión tan pesada…

Hay clavos en mis sueños que me atormentan,

profundos cráteres abiertos en mi conciencia.

***

En mi tranquilo territorio, satisfecho,

tomo mi alimento, duermo, me siento

en paz con los demás animales

y defiendo mi techo, mi vida, mi sexo,

con toda la pasión de mis afiladas garras.

***

Las mismas raíces primigenias

que colman al resto de las bestias,

sostienen los anhelos

de todos los humanos.

***

En excéntrica sopa

se ha convertido mi demencia.

Sorbo letras y más letras…

¡y, en vano, aspiro

a transformar el mundo!