Mis manos se abren
hacia un cielo que no existe.
Lo imposible perece, derrumbado,
bajo una montaña de tiempo,
tiempo extendido,
halo de tiempo
que riega la tierra,
con su lengua de fuego, arrastrándome
por los senderos del olvido.
Mis manos se abren
hacia un cielo que no existe.
Lo imposible perece, derrumbado,
bajo una montaña de tiempo,
tiempo extendido,
halo de tiempo
que riega la tierra,
con su lengua de fuego, arrastrándome
por los senderos del olvido.