
Sin duda, este paisaje
ha sido el gran descubrimiento
de mi vida.
¡Esos colores tan característicos,
una obra que el azar ha gestado
y en la que caprichosas espirales
elaboran amorosas danzas!
Mi espíritu transmigra
perdido en el axioma
de una mística devoción.
Bajo el anaranjado horizonte…
¡todo se halla tan bien dispuesto!
Los caprichosos troncos
hallan en el desorden
su misma perfección.
La divina ilusión
de un laberinto geométrico
es a la vez fin y comienzo.
Esa blanca silueta
que se enfrenta al boscaje
es la firme mirada
del amor… Y es cierto,
los ojos de una musa
son dos rayos de luz
que le dan vida al mundo
para nutrir nuestras ilusiones.