Un puñado de extraños
obstruye mi camino.
Como un viejo camaleón,
me acomodo a los vientos.
Apenas hablo con la gente.
Afiladas hileras de dientes
se interponen ante mi corazón que, exangüe,
busca un mundo menos estéril.
No tengo urbanidad.
Dedico mi descanso
a intentar comprenderme,
desconfío del aspecto
de las últimas modas.
Dando abrigo a mis pies, mágicas zapatillas
esperan que mis pasos no se quiebren.
El recuerdo de unos negros cabellos,
de unos azules cielos,
impregna de nostalgia
los poros de mi alma.
¡Y me siento tan huérfano…!
Derrotado ante la sociedad,
no me rindo. Viendo pasar los días,
aspiro la fragancia
de un perfumado pañuelo…
En la más absoluta soledad,
siento cómo mi vida
concluye su carrera.
Muy bueno
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, estimado amigo. Feliz domingo.
Me gustaMe gusta