
¡Esa infantil e insensata utopía
de un potencial sometimiento;
esa agobiante humanidad
plena de instantes condensados
en la agotadora jerarquía
de unos lejanos dioses;
ese letargo indefinido
en busca de lo ignoto
que actúa, sin previo aviso,
y nos ata a un abrazo
que se pierde en la esencia
de una cobarde mirada!
La libertad engendra el liderazgo
de una conciencia alegre, tierna,
desbrozadora de hondas adversidades,
danzadora de ancestrales tonadas,
sembradora de nuevas esperanzas.
El nacimiento de un niño
es repetidamente glorificado
por el canto del gallo.
Las risas de los jóvenes
nos alejan de la muerte y nos acercan
al fénix de la emoción,
al insalvable obstáculo,
al fénix de la esperanza,
a la promesa redentora, al fénix
de la perpetua conciencia.
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