Pasan las horas,
una vez,
otra vez.
Una tras otra,
una vez,
otra vez,
otra vez…
Tan sonoras,
tan perfectas…, ¡pero
nunca serán
mi poema favorito!
***
De una pared a otra de la casa,
en el silencio informe del piano,
me oigo a mí mismo.
El aire oscuro de las habitaciones
vibra en la almendra, sin fruto,
de mis hueras palabras.
¡Ansias de mar,
un grito…!
Me siento y leo.
***
Recito sin oírme,
se cierran mis ojos
a todo lo que veo.
Me arrodillo en la tierra
y, al rozarla con mis manos,
siento su rugosa superficie.
Suena el tañido
de una aguda campana…
¿O fue un breve haiku?