DOS POEMAS

Con transmundano amor,

la paloma del mundo

sus alas de cristal

posó en mi alma.

La luz de la vida

carbonizó el poema

que escribí en la ventana.

Ligero, intenso,

tenía la honda pulcritud

de un secreto despojo.

***

Gritaba el viejo gong

sus sombríos ecos.

¡Indefenso, en mi lecho,

sus lentas vibraciones

me atravesaron como espadas!

Desde la más oscura sima,

mis ojos anhelaban

brillos de nueva aurora.